Esta hermosa flor, incluso húmeda después de la lluvia, muestra una belleza espectacular, es tan hermosa que el gran artista botánico Pierre-Joseph Redouté incluyó esta especie en su libro “Choix des plus belles Fleurs” (Selección de las flores más bellas) en 1827.
El lirio de Japón (iris japonica), también es llamado “iris con flecos”, “shaga” o “flor de mariposa”, es nativa de las colinas boscosas de Japón, se introdujeron a Europa en 1792, gracias a Carl Peter Thumberg, empleado de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, quien la nombró y pudo recolectar una gran variedad de plantas durante la época en que ingresar a Japón estaba prohibido para la mayoría de los europeos.
El lirio de Japón posee flores blancas con púrpura y amarillo que no tienen nada que envidiar a las también bellas orquídeas, crece hasta medio metro y es fácil de cultivar en lugares templados a cálidos en zonas de semisombra, necesita terrenos húmedos pero no encharcados, para tener un buen desarrollo, el riego debe ser regular, al menos dos veces por semana y al morir la flor es recomendable cortar los tallos viejos.
En la medicina china, se utiliza para tratar lesiones, y una decocción de la planta se utiliza para tratar la bronquitis, reumatismo e hinchazones y en Japón, se utiliza como fuente de almidón.
Como dato curioso, en Japón se plantaba en las cimas de las colinas y dentro de los castillos, en las afueras las hojas resbaladizas se usaban para desacelerar a los invasores, dando así tiempo a los ejércitos de defender los castillos.
Ilustración de Revista Botánica 1797